sábado, septiembre 29, 2007


El momento danza a nuestro alrededor, pero fingimos no darnos cuenta. Los ruidos ahora son nómadas que buscan el calor de un silencio. El recuerdo teje tranquilo, pues el olvido cabalgará hoy lejos, fumándose algún día de nuestra memoria. Las palabras se reflejan en las sombras de los sentimientos, intentando encontrarse a sí mismas. Hoy, las lágrimas se secaron a la luz que se vierte en tu piel, acariciándote despacio, intentando ser protagonista de la caricia de mi mirada.


Hoy. Sentimos. Siento.


Mañana...quizás mañana la vida esté en otra parte.
Ahora eres tú el que es de colores. Y si yo lo sigo siendo, es porque tú eres uno de los culpables de transmitirmelo. Siente, siente, siente... y si la vida algún día cambia de lugar, sin avisar, llévate el motivo de tu felicidad contigo, de la mano(mándame la dirección, para hacerte alguna visita).
Sueños de libertad suprema, Nemo.
Sigue siendo feliz, feliz, feliz...camarada
a dreamer.
Pd: Yo me quedaré en ese color anaranjado que tanto me gusta.
Pd2: El texto...hace un tiempo, y por primera vez, sin venir al caso, sentí vértigo a la palabra "siempre".

lunes, septiembre 17, 2007

Azul (2)




Estaba sentada, tan arriba que tenía vértigo al sentir que podía tocar el cielo.


Estaba tan alto, que sus manos no olían a monedas.


Tan lejos del suelo, que la altura de los edificios no robaba protagonismo al azul.


Tan arriba, que cualquier reloj explotaría ante el impulso de ser libre.


Tan apartada del sabor a prisas y a monotonía, de las miradas que lloran problemas, de los futuros congelados...que la inmensidad decidió no envolverla con su manto, no aún que la escarcha no había arañado sus alas. Prefirió observarla, mientras ella, ajena, dibujaba nubes a las que nadie buscaría forma.


La inmensidad contempló esa noche la Luna y, por primera vez, se sintió pequeña a su luz.


Como alguien me dijo una vez: "A veces lo que hacemos parecen gotas en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota".

Contemplando las nubes, porque sé que nadie verá lo mismo que veo...

a dreamer.

martes, septiembre 11, 2007

Mi final

Estaba en un bosque profundo, los rayos del sol se rompían en mil pedazos al atravesar las numerosas y espesas ramas.
Estaba solo, completamente solo. No podía pedir ayuda, aunque sabía que no la necesitaba.
Un largo camino de piedra dividía en dos el bosque. El camino parecía no tener principio, atrás sólo veía niebla.
No recordaba cómo había llegado hasta ahí pero tampoco le importaba.
No paraba de caminar. Se sentía seguro y por una extraña razón, creía en sí mismo y en lo que estaba haciendo en ese momento.
Una suave brisa acariciaba a las delicadas flores, incitándolas a bailar. Rozaban, entre las piedras, a sus pies descalzos y lo invitaban a quedarse con ellas, allí, en ninguna parte, en una eterna paz. Pero no podía parar, ya no.
Avanzaba lentamente, sin perderse ningún detalle de lo que le rodeaba. Admirando la complejidad de lo que cualquiera llamaría sencillo, apreciando cada muestra de vida que antes parecía invisible, cada luz, cada color… Sin prisas, sin ataduras. Sintiéndose por primera vez libre.
Un paso, otro paso…
No podía controlarse. Reía, lloraba. Amaba, odiaba. Un huracán de sentimientos nuevos, jamás experimentados, y de viejos y olvidados cabalgaban por su cuerpo. Rápidamente. Sin parar, como su viaje.
Miró a ambos lados, a la espesura. Le pareció ver caras conocidas, antiguas y recientes. Lo contemplaban con una sonrisa. Ninguno se movía, nadie llegaba hasta él. Sólo sonreían y saludaban con la mano. Sonrió dejando galopar a sus lágrimas. Se sintió fuerte. Empezó a correr.
Las personas pasaron a formar parte de la niebla.
Corría por el camino, libre, orgulloso. Sentía que no podía tropezar, caer, así que miraba al frente, nunca al suelo empedrado. Sus pies eran ágiles, casi volaban.
De pronto, paró.
El camino había acabado.
Escudriñó el horizonte, sólo había oscuridad, un gran vacío que le pareció hermoso. Lo llamaba.
Antes de dar ningún paso miró a su alrededor por última vez. La vida se despedía dulce y amargamente. Acarició a su vida, ella cerró los ojos y disfrutó de ese contacto mientras unas lágrimas surcaron sus delicadas y pálidas mejillas. Él le agradecía y se disculpaba por aquello que nunca hizo y siempre deseó. Ella cogió sus manos y tras unos segundos, con una sincera sonrisa, atravesó la niebla que él había dejado atrás. Aún podía escuchar sus pasos, alejándose.
El silencio lo llamaba. Se giró y tras un suspiro avanzó hacia la oscuridad, perdiéndose para siempre.
Mientras, en el largo camino de su vida, los recuerdos fueron olvidados y las flores se marchitaron.

Algo que escribí hace más o menos 2 años, creo recordar...

Sin ideas.

Sueños,

a dreamer.

sábado, septiembre 01, 2007

Acorde disminuido


Paseaba, mientras en su cabeza resonaban los acordes menores de una canción. Le tendía la mano, tímidamente, para que lo transportase una vez más a la desdichada historia que robaba minutos al silencio.

Sólo la Luna era la espectadora de cómo, cuando el frío soplaba la piel, la cantaba con voz quebrada.

Caminaba con ella, unas veces a cuestas (pues sus desgarradas notas eran demasiado frágiles para andar) y otras, era ella quien lo llevaba: acordes como pasos, voces como fuerza, silencio como oxígeno.

Le gustaba pensar que era la banda sonora de su vida, donde al final, el protagonista se perdía en el horizonte, pisando con falsa seguridad el asfalto para una sala vacía.

Paseaba, con su canción, mientras otras personas bailaban a cada paso con canciones distintas que nunca escucharía.

Le gustaba sentir latir la letra, que lo besaba y apuñalaba, y es que así, con esa triste historia de desilusión y soledad, la suya propia, la que escribía sin querer a cada momento, parecía menos desdichada.


Improvisación al teclado sobre algunos amantes de canciones tristes. Yo, particularmente, sigo siendo amante de las canciones con esperanza.

Canciones especiales (tristes o alegres),

a dreamer.