La música le empujaba suavemente, meciendo un cuerpo que no dormiría esa noche. Los acordes se refugiaron en sus oídos, golpeando con dulzura, viajando hasta su estómago. El suelo jugueteaba con sus pies, invitándola a pisar nuevas piedras siguiendo el ritmo constante que se ramificaba a su alrededor.
Miró hacia arriba. Abrió la mano y sintió el tacto de la Luna.
Esa noche, mientras se alejaba con el universo en el bolsillo de su pantalón, fue piano, saxo y brisa nocturna.
Con el universo en el bolsillo,
a dreamer.