sábado, septiembre 01, 2007

Acorde disminuido


Paseaba, mientras en su cabeza resonaban los acordes menores de una canción. Le tendía la mano, tímidamente, para que lo transportase una vez más a la desdichada historia que robaba minutos al silencio.

Sólo la Luna era la espectadora de cómo, cuando el frío soplaba la piel, la cantaba con voz quebrada.

Caminaba con ella, unas veces a cuestas (pues sus desgarradas notas eran demasiado frágiles para andar) y otras, era ella quien lo llevaba: acordes como pasos, voces como fuerza, silencio como oxígeno.

Le gustaba pensar que era la banda sonora de su vida, donde al final, el protagonista se perdía en el horizonte, pisando con falsa seguridad el asfalto para una sala vacía.

Paseaba, con su canción, mientras otras personas bailaban a cada paso con canciones distintas que nunca escucharía.

Le gustaba sentir latir la letra, que lo besaba y apuñalaba, y es que así, con esa triste historia de desilusión y soledad, la suya propia, la que escribía sin querer a cada momento, parecía menos desdichada.


Improvisación al teclado sobre algunos amantes de canciones tristes. Yo, particularmente, sigo siendo amante de las canciones con esperanza.

Canciones especiales (tristes o alegres),

a dreamer.