lunes, agosto 07, 2006



Hoy es uno de esos días en los que el sol, en su plena grandeza brilla orgulloso. Sus rayos se derraman en las grises calles intentando hacerlas doradas. Dando color, luz y, en cierto modo, vida.
Hoy es uno de esos días en los que las personas transmiten energía. Sus risas son el motivo que el sol necesita para continuar su ciclo.
Hoy es uno de esos días en los que una suave brisa penetra por cada resquicio; trayendo perfumes de amor y sueños, viejas noticias que nos resultan familiares y nunca hemos oído e, incluso, el sonido de las olas de esa olvidada playa donde conociste el mar.
Hoy es uno de esos días en los que hay conversaciones cálidas, sinceras y espontáneas que te arropan estas escasas 24 horas. Palabras que no se olvidarán y que algún día recordarás creyendo que nunca tuviste esa conversación, que no fue real. Quizás la leíste en algún libro desconocido, o lo viste en esa película que nunca te cansabas de ver, o simplemente, la soñaste. Esas conversaciones.
Hoy es uno de esos días en los que escuchas una canción que nunca volverás a escuchar, ni siquiera sabes su nombre.
Hoy es uno de esos días en los que todos comentan el perfecto clima del día perfecto.
Hoy es uno de esos días en los que sonríes acompañado de alguien que nunca creerías conocer, apurando cada momento que no volverá a repetirse.
Hoy es uno de esos días que recordarás.
Hoy es tu día.
¿Yo? No te preocupes. Hoy es un día normal para mí. Hoy he discutido con mi gran amiga, la soledad. Quizás ni la tenga a ella...¿qué? No, no pasa nada. Lo único que me importa es que hoy es tu gran día. Claro, vete. Estoy bien.
Te das la vuelta. Siento en mi hombro la garra que me obliga a sumirme en mi triste realidad. Pero no me importa, aunque aquí dentro llueve puedo sentir un rayo de luz. El débil e incansable rayo de luz. Tengo miedo a quedarme a oscuras...
¡Pero hoy no importa! Hoy estás feliz.