lunes, julio 30, 2007


A veces necesitas acariciar suavemente los recuerdos tejidos a hilo fino desde la infancia. Y recordar...
Suspirar con cada tacto rugoso del remiendo. Brindar por cada pasión y sueños rotos. Agachar la cabeza al tiempo. Volver a sentir, como sentías cuando desconocías explicación o nombre alguno al sentimiendo que te arropaba o desgarraba.
Proyectar tu vida. Tal y como la recuerdas y recordarás. Con o sin las mentiras que siempre creíste, que hiciste tuyas. Con todas las vidas. Desde tu vida hasta la de aquella persona que te preguntó dónde estaba esa calle y que aún, en noches demasiado frías, puedes acariciar su perfume. Vidas que descansan en tu interior, en tu principio y presente.
Esta vez, el tiempo se sentará a tu lado, a prestarte la atención que nunca te ha dado.


Sueños,
a dreamer.