lunes, agosto 20, 2007



Las ramas crecían, enmarañándose y extendiéndose por el frío cielo que aquel día vestía de blanco. Las hojas se coloreaban sin atender a calendarios; las flores se abrían desplegando sutilmente su belleza; las semillas reposaban en el aire, libres, esperando a hundir en el suelo sus futuras raíces soñadas.

El árbol seguía derramándose en el paisaje, esperando a que alguien se sentara bajo su sombra. Alguien que quisiera pasear sus dedos por cada arruga de su agrietado tronco. Alguien que fantaseara sobre la profundidad de sus raíces, sobre sus sueños ahora encadenados. Alguien que supiera escuchar la historia que susurraban sus ramas en días donde el frío y la melancolía abrasaban la garganta.

Dejó de escribir en aquel papel que momentos antes había estado en blanco, y en el que ahora, rebosaba su letra, ramificando cada resquicio.

Va por mi pluriempleado favorito. Gracias por ese ratito de ayer. Me habría gustado estar toda la noche pegada al teléfono, sintiéndote cerquita...(aunque ya sabes que no nos hace falta el teléfono para estar cerca). Aunque fue difícil, teniendo aquí a dos personas con la oreja pegada más mi incapacidad de hablar por teléfono con gente tan importante para mí como lo eres tú (todas las palabras que dedico por teléfono a personas especiales me suenan vacías).

Espero que tú también te sintieras tan pleno como me sentí yo cuando hablamos.

Deseando pasar horas y horas con usted...

a dreamer.

1 Comments:

Blogger Phantom escrbió...

Llevo días escribiendo respuestas y borrándolas. Nada me parece que explique bien cómo me siento tras todo lo que dijiste. Soy yo el que te echa de menos, el que quiere pasar horas hablando, riendo, mirándonos, tomando algo en alguna tetería que ninguno de los dos conozcamos por completo hasta que vayamos juntos, compartiendo sólo lo que ambos podemos entender. A veces te siento muy cerca, a mi lado, como si con tan sólo girar la cabeza te viera ahí, riendo y pensando quién sabe qué cosas en esa cabecita que va a mil por hora con cuarenta cosas a la vez, y que lo simplifica todo para mostrarme la vida como la caída de una hoja al atardecer. No tengo palabras para expresar todo lo que siento por tener alguien como tú ahí, y aún más que ese alguien seas tú.

Mil seiscientos trece besos

domingo, agosto 26, 2007  

Publicar un comentario

<< Home