lunes, noviembre 06, 2006



Rompí mis raíces y salí a la calle.
No me importaba la hora, así que, disimulando, me quité el reloj que fue a parar a los pies de una persona que estaba cargada por numerosos documentos que luchaban por volar. Contempló su tic-tac mientras las hojas se esparcían, intentando parecer nieve.
No me hizo falta mirar a la Luna para saber que estaba llena. Sentía en mi interior su magia. Su oscura luz me guiaba.
Vi a unos niños jugar, con una tiza, escribí "Carpe Diem". Siguieron jugando y borraron mis palabras, sonreí.
Mientras, un gran reloj parado, daba la hora exacta. Fingí no escuchar su silencioso cantar.
Acaricié la corteza de un árbol para sentir su vida, acaricié las manos de un anciano para sentir su sabiduría.
Sentí como el viento intentaba imitar a los violines en una perfecta sinfonía.
Mi vida me cogió de la mano, le agradecí su existencia.
Y luego, le conté a la Luna todo lo que había visto y sentido. Y le susurré que debería de sentirse afortunada por, simplemente, estar ahí arriba.

Nunca dejéis de sentir.
A Dreamer.

2 Comments:

Blogger Phantom escrbió...

A mi humilde alma le intrigan varias cosillas:

No creo que la sabiduría se encuentre en las manos de un anciano (que también puede ser ¿eh?) sino en la sensibilidad. Y si esa sesibilidad ha vivido lo suficiente, será la sabiduría más perfecta que verías jamás.

Una preguntilla absurda: ¿Qué cara tiene la Luna? Para ti ¿eh?, y no siempre, sino en el instante mismo que te hable, sólo entonces.

Mil seiscientos trece besos

miércoles, noviembre 08, 2006  
Anonymous Anónimo escrbió...

Hay veces que siento que me protege, otras que me guía, a veces aparece llena, sin secretos para mí, y otras oculta, misteriosa...

Sé.Siente.Sueña.Vive.

A Dreamer.

miércoles, noviembre 08, 2006  

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